domingo, 5 de abril de 2015

La negatividad del amor: La agonía del Eros de Byung-Chul Han























La negatividad del amor: La agonía del Eros de Byung-Chul Han

 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés


La proximidad es aquí el ser a la máxima distancia al otro —la distancia que no permite desdibujarse nada— sino que coloca el «tú» en el sólo-ahí transparente —pero incomprensible— de una revelación. El hecho de que la presencia del otro irrumpa una vez en nuestra vida es aquello que ningún ánimo supera.
Martin Heidegger (1)

Elogio de la Teoría (2)

El libro La agonía del Eros (3) de Byung-Chul Han concluye con un elogio de la teoría. En la gran espesura de los datos que se acumulan sin cesar en el momento actual de nuestra civilización, en el que se pretende reemplazar a las relaciones entre seres hablantes con programas de comunicación virtual, la teoría, Theoría (contemplar), deja paso al mero «ver» que es simplemente constatar lo existente o acumular información.
Sin embargo, la Theoría, es un «estar-ahí», «por completo ahí», la contemplación es demorarse en un dominio, la Theoría es apropiarse de un acto mediante la disolución en él. La teoría —como la contemplación— está alejada de la mera evasión, tal como ahora, por ejemplo, la postulan ciertas corrientes espiritualistas.
La teoría: “ver lo que es”, no tiene relación con lo sujetable, medible, con lo que se puede pesar o contar, la Theoría es hermenéutica, es comprender, esperar, demorarse. La teoría es un pensar que se piensa (Heidegger) y, no hay pensamiento llevado por los datos, sólo el cálculo es llevado por los datos. “La negatividad de lo incalculable es inherente al pensamiento.” (Byung-Chul Han, pág. 38). El pensamiento está «dado previamente», es una «donación previa», donación en el sentido de Marcel Mauss, como invención, como una intervención que rompe el encadenamiento de la economía. (Cf. Derrida, y su crítica a la visión de Levi-Strauss sobre Marcel Mauss) (4)

El sujeto del rendimiento y Eros

Pero Byung-Chul Han en su libro se ocupa principalmente del Eros. Lo erótico es —en su raíz— «separación», proviene de la prohibición del incesto, es el obstáculo que provee esa cercanía más presente de lo ausente: el deseo. Sobre esta matriz Byung-Chul Han ha edificado su reflexión sobre la agonía del Eros, de lo erótico, de la distancia que provee el obstáculo. Veamos.
Para Byung-Chul Han el «sujeto del rendimiento», el de la «sociedad del rendimiento», ha reemplazado al «sujeto disciplinario», el: tú puedes se sobrepone al: tú debes de la sociedad disciplinaria, de esta manera el sujeto no es más un sujeto sujetado sino el «desarrollo de un proyecto», el capitalismo es su «endeudador» que no le deja ningún mecanismo de expiación que libere al deudor de su deuda.
Frente a la sociedad del rendimiento está Eros, que es «no poder poder», es su verbo modal negativo, pues lo erótico nada tiene que ver con los sinónimos de poder: aprehender, conocer, poseer.
 No se puede amar al otro despojado de su alteridad, sólo se puede consumir. En ese sentido el otro ya no es una persona, pues ha sido fragmentada en objetos sexuales parciales. No hay ninguna personalidad sexual.” (Byung-Chul Han, pág. 13)
En este tiempo del rendimiento, se puede llamar a un objeto sexual pero no se le puede dirigir la palabra, hay una pérdida de la distancia y por tanto de la capacidad de experimentar al otro en su alteridad. Para Byung-Chul Han, la cercanía no es una «falta de distancia» como nos lo quieren hacer creer las múltiples alternativas de comunicación. Para mirar al otro en su alteridad hace falta la distancia como negatividad.
En esta sociedad del cansancio, el amor se positiviza, por eso hoy se espera de él sentimientos agradables, el joven Werther que sufre ya no tiene ningún lugar importante, es más popular Don Juan que posee.
El amor no es una posibilidad, no se debe a nuestra iniciativa, es sin razón, nos invade y nos hiere y, sin embargo, el yo sobrevive en él.” (Levinas, El tiempo y el otro, pág. 132) (5).
La comunicación erótica de la antigüedad era todo menos plácida, era un malestar que despertaba como un enemigo, era algo que transformaba y “… enajena al hombre de su propia naturaleza y le trae la extraña” (Marsilio Ficino, De amore. Comentario al “Banquete” de Platón. Citado por Byung-Chul Han, pág. 17)
Hoy, en cambio, —sostiene Byung-Chul Han— la comunicación erótica, ni transforma ni enajena, cada uno permanece igual a sí mismo y busca en el otro simplemente la confirmación de sí mismo, es el exceso de positividad y, en el curso de esta positivización, el amor “es domesticado para convertirlo en una fórmula de consumo, como un producto sin riesgo ni atrevimiento, sin exceso ni locura. Se evita toda negatividad, todo sentimiento negativo.” (Byung-Chul Han, pág. 19).
Este exceso de positividad se manifiesta también en la preocupación por la mera vida, en el sometimiento al miedo a la muerte. En la dialéctica del amo y del esclavo —nos lo recuerda Byung-Chul Han, siguiendo al Hegel de la Fenomenología del Espíritu— el esclavo prefiere la esclavitud a la muerte, el que será el amo no teme a la muerte, en ambos está en juego la “capacidad de muerte”.
Quien no tiene la capacidad de muerte no arriesga su vida. En lugar de «ir a la muerte consigo mismo», permanece «en sí mismo dentro de la muerte». No se entrega a la muerte. Así se convierte en esclavo y trabaja.” (Byung-Chul Han. Pág. 18)
Hoy, la defensa frente a la muerte ocasiona la fetichización de la salud, la mera vida se sacraliza y su teología da paso a la terapia, o bien, «la terapia se hace teológica».
El Eros se opone a la mera vida y al trabajo, el esclavo no es capaz de experiencias eróticas, de deseo erótico, hasta aquí el esclavo de Hegel, pero el sujeto del rendimiento —sostiene Byung-Chul Han— no trabaja para el amo sino que se explota a sí mismo, empresario de sí mismo es amo y esclavo a la vez, en este momento histórico, el amo y el esclavo forman una unidad, el sujeto del rendimiento pues no es libre. “El capitalismo absolutiza la mera vida”.
El amor, según Marsilio Ficino —citado por Byung-Chul Han—, es «morir en el otro», el amante se olvida de sí mismo en el otro, pero en este aparente olvidar y perecer, se «recupera de nuevo», «se posee», se convierte en el «don del otro», la primacía del otro es lo que distingue a Eros de Ares, es el Joven Werther frente al Don Juan, el que ama frente al que posee.

Exergo con deuda: La «negatividad» en Hegel

Byung-Chul Han, ha sido influido por el mayor filósofo vivo: Peter Sloterdijk, pero, al mismo tiempo, en sus libros se encuentran lecturas de Hegel, sobre todo de la Fenomenología del Espíritu (6), los usos que hace de la dialéctica del amo y del esclavo así como de —a decir de Heidegger la esencia del pensamiento de Hegel— la «negatividad», son substanciales a su obra. En la Fenomenología del Espíritu. se despliegan las condiciones que hacen al hombre como tal, esto es —según Kojève— la diferenciación entre el instinto de vivir del animal y el deseo humano, que es deseo de reconocimiento.

El hombre se «reconoce» humano al arriesgar su vida para satisfacer su Deseo humano, es decir, su Deseo que se dirige sobre otro Deseo. Pero desear un Deseo es querer superponerse a sí mismo al valor deseado en ese Deseo. Porque sin esta sustitución se desearía el valor, el objeto deseado y no el Deseo mismo. Desear el Deseo de otro es pues en última instancia desear que el valor que yo soy o que «represento» sea el valor deseado por ese otro: quiero que él «reconozca» mi valor como su valor; quiero que él me «reconozca» como un valor autónomo. Dicho de otro modo, todo Deseo humano, antropógeno, generador de la Autoconciencia, de la realidad humana, se ejerce en función del deseo de «reconocimiento». Y el riesgo de la vida por el cual se «reconoce» la realidad humana es un riesgo en función de tal Deseo. Hablar del «origen» de la Autoconciencia implica por necesidad hablar de una lucha a muerte por el «reconocimiento». (Kojève. La dialéctica del ... ) (7)
La «negatividad» en Hegel tiene tres caras de acuerdo a Heidegger, una fenomenológica, otra lógica y una sistemática.
La fenomenológica es la diferencia de la conciencia, la conciencia de divide en conciencia natural o no-verdadera y la conciencia en sí o conciencia verdadera. La conciencia verdadera se despliega en su diálogo con la conciencia no-verdadera y se reorganiza en vista de esta travesía de las conciencias no-verdaderas, este el movimiento dialéctico, donde una situación A cambia por la toma de conciencia de esa situación y se transforma en una nueva situación B y, así sucesivamente. Este es el camino de la «negatividad»: la conciencia verdadera obtiene su verdad a través de relacionarse con su no-verdad o su negatividad. Es la negación de la negatividad.
Bajo la forma fenomenológica de la «negatividad», se encuentra su forma lógica, que es la alteridad absoluta: el otro del otro. La negatividad absoluta es la alteridad absoluta, es decir, a partir del otro no de sí mismo, el otro llega a ser otro del otro, Lacan enunciará: « je est un autre» (8).

O, visto por el lado negativo, lo que deviene otro es lo otro, deviene lo otro de lo otro. Así el ser ha sido reproducido, pero como negación de la negación, y es el ser-par a-sí“. (Hegel, Enciclopedia… Pág. 197). (9)

En Hegel no existe lo falso sino lo no-verdadero, este «no» funciona como ser-otro, lo que deviene de sí, del diferenciarse de sí mismo con lo cual puede llegar a ser lo que es plenamente. Es la negación absoluta, la que parte de la diferenciación de sí afirmándose en la negación de sí, con la negación como condición de la afirmación, este es el lado sistemático de la negatividad en Hegel, es el movimiento del pensamiento que piensa absolutamente al absoluto como pensamiento, es la «energía del pensar», la Aufhebung, la negación que conserva o el cambio con conservación, otras traducciones dicen: sobreasunción, transustanciación, pero en ningún caso «superación».

Lo negativo para Hegel. La «diferencia» —yo pienso algo— Pensar del entendimiento —el dividir— el poder absoluto. Esto negativo —lo que mueve para yo y objeto.
Esto negativo, es decir, la conciencia como tal, prescindiendo totalmente de lo que es objeto [Gegenstand] de su saber: si el objeto [Objekt] o ella misma como la que sabe (sujeto) o el pensamiento —el saber que se sabe a sí mismo.” (Heidegger. Hegel. Pág. 63, 65) (10)

Notas:

1. Hannah Arendt, Martin Heidegger. Correspondencia 1925-1975. Trad. Adan Kovacsics. (Barcelona: Herder, 2000). Pág. 14
2. Tomamos aquí el título de un ensayo de Hans-Georg Gadamer. En: Hans-Georg Gadamer. Elogio de la teoría. Discursos y artículos. Trad. Anna Poca. (Barcelona: Península, 2000). Págs. 23-43
3. Byung-Chul Han. La agonía del Eros. Trad. Raúl Gabas. (Barcelona: Herder Editorial, 2014)
4. En: Jacques Derrida. (Dar) el tiempo. La moneda falsa I. Trad. Cristina de Peretti. (Barcelona: Paidós, 1995). Nota 2, pág. 77.
5. Emmanuel Levinas. El tiempo y el otro. Trad. José Luis Pardo. (Barcelona: Paidós Ibérica, 1993)
6. G. W. F. Hegel. Fenomenología del Espíritu. Trad. Wenceslao Roces y Ricardo Guerra. (México: Fondo de Cultura Económica, 1998). Existen otras traducciones al castellano:
Fenomenología del Espíritu. Trad. Manuel Jiménez Redondo. (Valencia: Pre-Textos, 2009)
Fenomenología del Espíritu. Edición bilingüe. Trad. Antonio Gómez Ramos. (Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2010).
7. Alexander Kojève. La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. (Buenos Aires: La Pléyade, 1982)
8. Es la frase que Jacques Lacan toma de Arthur Rimbaud: «yo es otro» para sostener que el yo se constituye a partir de la imagen del otro, donde lo único verdadero es esa imagen del otro, es la identificación fundamental, el primer engaño.
9. Hegel. Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio. Trad. Ramón Valls Plana. (Madrid: Alianza Editorial, 2005). Pág. 197
10. Martin Heidegger. Hegel. Edición bilingüe. Trad. Dina V. Picotti C. (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007). Pág. 63, 65